Por Andrew Pollack / May 2006 issue of Socialist Action newspaper
El coraje y determinación de millones de trabajadores inmigrantes convirtieron el Gran Paro Americano 2006 en la primera huelga política nacional en la historia de Estados Unidos. En todas las poblaciones y ciudades de casi todos los estados, desde las grandes metrópolis a los pequeños poblados rurales, los trabajadores latinos, pararon, marcharon, se manifestaron y celebraron la nueva fortaleza y unidad descubiertas.
Las estimaciones de la cantidad de participantes en ese día varían; sin embargo, el total evidentemente sobrepasó la marca que este mismo movimiento estableció el 10 de abril. Ese día se constituyó en la mayor manifestación de toda la historia de Estados Unidos, a la que asistieron dos millones de personas.
Este desbordamiento colosal del 1º. de mayo se llevó a cabo a pesar de los llamados de algunos líderes religiosos, sindicales, y comunitarios—e incluso de sus “amigos” en el Partido Demócrata—a abstenerse de participar en el boicot y manifestaciones callejeras.
Asimismo, el movimiento se mantuvo fuerte a pesar de la intimidación perpetrada por la administración Bush, que autorizó redadas de trabajadores indocumentados en diversas áreas del país durante las semanas previas al 1º. de mayo.
Michael Chertoff, director de Seguridad Nacional, declaró que contratar trabajadores indocumentados es una forma de crimen organizado y señaló que ahora el gobierno utilizará técnicas similares a las que utiliza contra la mafia.
Para entender el rápido crecimiento del movimiento por el derecho de los inmigrantes, es crucial escuchar los motivos por los cuales los y las participantes decidieron salir. Un inmigrante proveniente de El Salvador decidió que el tono de la reforma propuesta en el Congreso para regular la inmigración era tan insultante que no podía quedar sin respuesta.
Un trabajador dedicado a la jardinería señaló que ya estaba cansado de vivir con el constante temor de ser deportado: “Estamos en la situación en la que se encontraba Rosa Park. ¡Ya basta!”
Un estudiante dijo que esta problemática ha creado una nueva sensación de unidad: “Antes era como que yo soy colombiano o vengo de México. Ahora es soy hispano, soy latino.” Inmigrantes veteranos de la guerra en Irak y las familias de los que aún están en servicio fuera del país también marcharon, señalando lo irónico que resultaba atender al llamado a luchar por un gobierno que amenaza sus derechos.
Un organizador en Washington, D.C., señaló: “De lo que me percato es que ya no tienen miedo, se sienten insultados. Los llaman criminales y terroristas, y eso cambió el tenor. Hace seis meses, estaban en las sombras. Esta gente en Capitol Hill inició algo que no anticipó.”
Más de un millón marchó a medio día en Los Ángeles el 1º. de mayo, con otro tanto igual por la tarde. Cerca de 150 mil marcharon en San Francisco y por lo menos 100 mil en San José, mientras que decenas de miles marcharon en Oakland y pequeñas ciudades en el área de la bahía. Cerca de 75 mil se manifestaron en Denver (una sexta parte de la población de la ciudad) y 30 mil en Houston.
Medio millón, quizá tres cuartos de millón, lo hicieron en Chicago. A los latinos se unieron polacos, irlandeses, asiáticos y descendientes de africanos. Entre 100 mil y 200 mil marcharon en Manhattan.
La cadena humana en Brooklyn, en Sunset Park, compartió las características de las reuniones que se dieron a todo lo largo y ancho del país en cuanto a su tono jovial y festivo. Dos diarios locales citaron a una manifestante en Sunset Park, Silvia García, que mantenía una pancarta que decía: “Perdí mi trabajo por estar aquí.” Fue despedida junto con otros cinco compañeros trabajadores por haber asistido a la manifestación.
Más de 10 mil boicotearon el trabajo en Tennessee y 14 mil se manifestaron en Nashville. Más de mil lo hicieron en Nueva Orleáns, haciendo hincapié en la necesidad de la unidad multirracial, la ciudad ha sido testigo de la llegada de un flujo de inmigrantes después del huracán Katrina.
Entre las diversas manifestaciones en Massachussets, hubo una de miles de salvadoreños, colombianos, y otros en East Boston. Los repartidores de un servicio de atención a personas de la tercera edad en el Jamaica Plain llevaron alimentos congelados extra el día previo, acompañados de cartas dirigidas a sus clientes en las que decían que no habría entregas al siguiente día.
Diez mil salieron en Salt Lake City y 1500 en la cercana Ogden. Aquí hubo una división entre los que se oponían al boicot, en este caso el grupo de trabajo legislativo latino, que arregló una marcha por la libertad a las 5 de la tarde y los grupos más radicales, incluido el grupo local Brown Berets, cuya postura pro-boicot fue mejor acogida por la comunidad.
Raleigh-Durham y otras zonas en Carolina del Norte atestiguaron manifestaciones enormes. El jefe en una plantación dijo que no podía aplicar medidas disciplinarias a un tercio de sus trabajadores por no presentarse a trabajar porque, “son una parte vital de nuestra fuerza de trabajo, los necesitamos”.
Disputas políticas en el movimiento
Durante los preparativos para el 1º. de mayo surgieron fuertes divisiones en el movimiento a favor de los derechos de los inmigrantes, particularmente en relación con el apoyo o no al llamado a detener el trabajo como parte del boicot. En la ciudad de Nueva York, por ejemplo, las divisiones sobre el boicot dieron origen a la ruptura de una coalición en la que habían participado cientos de personas en sus reuniones.
Los oponentes al boicot claramente se dejaron guiar por sus “amigos” en la política y los negocios. Después de hablar durante la manifestación del 10 de abril en Nueva York, Hillary Clinton anunció que estaba a favor de un muro, aviones sin piloto, y cámaras de rayos infrarrojos para reforzar la “seguridad” en la frontera y alabó el muro que construye Israel como un modelo. También señaló que sólo algunos inmigrantes deberían recibir legalización limitada y que no debería otorgárseles sino hasta dos años después de haber “asegurado” la frontera.
Su compañera, la senadora demócrata Bárbara Boxer, aconsejo al movimiento abandonar el boicot, señalando: “Muy bien ya hicieron ver su punto, ahora bájenle. Un boicot y una huelga no ayudarán a su causa.”
Algunos directores de organizaciones de masa y organizaciones no gubernamentales (ONG) de inmediato hicieron suyo el señalamiento. Junto con citas provenientes de empresarios latinos, clérigos y figuras de la radio que se oponían al boicot, el Washington Post recurrió frecuentemente a las declaraciones contra el boicot hechas por Jaime Contreras, director de la Nacional Capital Inmigration Coalition, basada en Washington, D.C., y dirigente prominente de SEIU en esa ciudad, que señaló: “Es prematuro realizar el boicot para el 1º. de mayo. Queremos ver que sale del Senado y que compromisos surgen [de ahí].”
Por otro lado, en Chicago, organizadores—incluidos dirigentes de SEIU y otras uniones—llevaron a cabo otra táctica. Anunciaron que no apoyaban oficialmente el boicot, pero impulsaron llevar adelante una manifestación a medio día el 1º. de mayo, incluyendo volantes que la anunciaban en las páginas electrónicas de las uniones locales. Otros dirigentes de uniones fueron más explícitos. Jorge Rodríguez de SEIU del United Health Care Workers West advirtió: “Vamos a cerrar Chicago.”
Los Ángeles fue escenario de una escaramuza de conferencias de prensa que pasaron al aire y posiciones contrapuestas en relación con el boicot, con directores de algunos grupos de defensa de inmigrantes que advertían a los radioescuchas con respecto al riesgo de ser despedidos o de ser considerados haraganes.
Nativo López rastreó la disputa y la atribuyó al carácter distinto de los grupos en el movimiento. La mayor parte de los que están en la Coalición 25 de marzo, que apoyaban el boicot, son organizaciones de base latinas. López contrastó el enfoque de dichas organizaciones con las referencias hipócritas a King, Rosa Parks, Gandhi, y otros que hacían las ONG liberales y grupos “defensores” que “celebraban a dichos dirigentes pro derechos civiles pero que no querían adoptar sus tácticas”.
En una reunión que celebró la coalición en Hartford, Conn., en la que participaron representantes de grupos nacionales con diferentes opiniones, quienes apoyaban más decididamente el boicot eran trabajadores indocumentados. Uno de ellos señaló: “¿De qué otra forma podemos demostrar nuestro poder?”
También hubo disputa en relación con los diversos “compromisos” que los políticos habían presentado ante el Congreso. La mayor parte de los promotores del boicot denunciaron todas las propuestas de ley ante el Senado debido a sus características represivas, en el marco de las cuales todavía millones serían deportados mientras que los derechos de los que se quedaban serían seriamente restringidos.
Después del 10 de abril la Nacional Network for Immigrant and Refugee Rights circuló una declaración oponiéndose a todas las leyes propuestas en el Congreso y exigió que se “dejara de enmascarar estas propuestas como una reforma migratoria”. Arnoldo García, miembro de esta red, señaló: “Hay un gran vacío entre lo que los defensores en Washington, D.C., negocian y lo que las comunidades [de inmigrantes] realmente demandan”.
¿Qué sigue?
Tres días antes del 1o. de mayo hubo una conferencia de prensa en Nueva York para convocar una marcha en Washington el viernes 19 de mayo. Entre los oradores estuvo Juan José Gutiérrez de Los Ángeles y otros participantes de Chicago y N.Y. Aún no se sabe qué tan amplia resulte la respuesta a esta convocatoria.
Mientras tanto el ala más conservadora de este movimiento trata de dirigirlo hacia los abismos del Partido Demócrata. Así la consigna escrita que inundó las marchas rezaba “¡Hoy marchamos mañana votamos!”
Pero ¿votar por quién? ¿Por los demócratas que quieren construir un muro, expulsar a millones de inmigrantes, y negarle al resto sus derechos?
Hay una necesidad inmediata y urgente de mantener el movimiento en las calles e independiente del Partido Demócrata. El punto de partida es construir organizaciones de masa locales, regionales, y nacionales que aseguren que las masas que se fueron al paro y marcharon sean quienes decidan sobre la estrategia y las tácticas del movimiento.
Además, es muy probable que el movimiento de las nuevas masas de trabajadores inmigrantes lleve a una nueva ola de luchas sindicalistas en los campos, la hotelería (sector en el cual UNITE-HERE desarrolla a la fecha una campaña de afiliación nacional), en otras industrias de servicios y lugares de trabajo donde incluso aún no se ha contemplado la organización.
Un movimiento laboral re-energizado dirigido por las y los trabajadores inmigrantes también puede inspirar al resto de la clase trabajadora.
Un ejemplo del impacto potencial del nuevo movimiento puede tener en otros asuntos locales proviene de Washington, D.C., donde el Post informó que organizadores de los arrendatarios encuentran nuevos agremiados, participantes de la marcha. Un organizador señaló, “Realmente ahora están en el espíritu, pues La Marcha acaba de pasar. Antes de eso no había ninguna motivación por parte de los arrendatarios.”
En manifestaciones por vivienda se escucha la familiar consigna “¡sí se puede!”. Un manifestante señala: “Si puedes hacerlo en un asunto nacional, puedes hacer un cambio en tu propia comunidad.” Lo mismo puede suceder en la gama amplia de problemáticas que enfrentan los barrios habitados por inmigrantes: nutrición, atención a la salud, la educación, etcétera.
Uno de los pasos más urgentes para consolidar los avances del nuevo movimiento es la alianza forjada con los activistas negros y superar la propaganda que afirma que los inmigrantes vienen a robarle el trabajo a los negros. La campaña de contratación en el sector hotelero, que mencionamos líneas arriba, es un ejemplo concreto de cómo consolidar esa alianza: la unión está luchando no sólo por las demandas de contratación tradicionales, sino que las ha unido a las demandas de detener la discriminación anti-inmigrante en el trabajo y exigir que los hoteleros contraten a más trabajadores negros.
Pueden hacerse demandas paralelas contra la discriminación y acción afirmativa a escala nacional como parte de una campaña más amplia de trabajo para todos.
La conferencia del 22 de abril en Chicago votó el inició de conferencias regionales por el derecho de los inmigrantes durante los meses de mayo y junio, una conferencia nacional en julio y una protesta nacional en septiembre.
Para garantizar el éxito de estas medidas y llevar a cabo el potencial ilimitado de largo plazo del movimiento, la energía y entusiasmo desplegado en el 1o. de mayo debe transformarse inmediatamente en la construcción de comités democráticos de trabajadores inmigrantes y de cuantos los apoyan (iglesias, uniones, grupos de mujeres, etcétera) en cada lugar de trabajo y en cada barrio.
¡Sí se puede! ¡Amnistía y legalización para todos!