Por LISA LUINENBURG
Este 5 de octubre, miles de inmigrantes en 40 estados marcharon apoyando una propuesta legislativa de Reforma Migratoria que ha quedado estancado en el congreso desde la primavera. Las marchas fueron parte de un Día Nacional de Dignidad y Respeto, que fue endosado por grupos religiosos, grupos humanitarios, como Presente.org y el ACLU; y muchos de los sindicatos grandes como: SEIU, AFL-CIO, UFCW, AFSCME y UNITE HERE. Las demonstraciones culminaron en una marcha en la plaza nacional en Washington, D.C., el 8 de octubre, durante la cual 200 personas fueron detenidas por hacer desobediencia civil, incluyendo varios políticos del partido demócrata.
Los 11 millones de inmigrantes no documentados que actualmente están viviendo aquí en los Estados Unidos necesitan una legalización muy urgentemente. A pesar de la promesa que hizo Obama para aprobar una Reforma Migratoria, más de 1,100 personas están siendo deportadas a diario, aun durante el cierre parcial del Gobierno Federal. Los inmigrantes están siendo parados, encarcelados y deportados todos los días por parte de policías racistas, y los trabajadores indocumentados tienen que aguantar explotación, abuso y los salarios más bajos de todo el país.
Sin embargo, la “Reforma Migratoria” que los demócratas y el liderazgo reformista de los sindicatos están ofreciendo no ofrece una solución real a la crisis que enfrentan los inmigrantes indocumentados. En cambio, este reforma solamente ofrece más de lo mismo —millones de dólares para aumentar la militarización de la frontera, un sistema biométrico, conocido como E-verify, que será mandatorio en todo el país, y un Programa Bracero más amplio aun. Y, el “sendero hacia la ciudadanía” que están ofreciendo a los inmigrantes es tan largo, tan caro y tan difícil para realizarse, que han estimado que hasta 4-5 millones de inmigrantes no calificarán para ningún tipo de estatus legal. En pocas palabras, el sistema que están proponiendo garantizará una explotación legal para los inmigrantes indocumentados que recibirán un estatus temporal, mientras la vida de los que se quedarán en “las sombras” porque al no ser elegibles debido a sus niveles de salarios o porque no podrán pagar miles de dólares en multas, se volverá más complicado aún.
¿Entonces, por qué están apoyando la propuesta de reforma miles de inmigrantes? La respuesta es evidente en el carácter de las protestas. En Minneapolis, donde miles de inmigrantes marcharon en las calles del 5 de octubre, la tarima estuvo dominada, no por líderes inmigrantes locales quienes están luchando en contra de las deportaciones u organizan a trabajadores inmigrantes para luchar por salarios más altos, sino por grupos religiosos, negocios, y el AFL-CIO.
Cuando una persona habla con los inmigrantes acerca de la reforma, se vuelve evidente que muchos de ellos no entienden lo que la propuesta de Reforma Migratoria significa y cómo realmente afectará a sus vidas. Lo que escuchan día a día es la desinformación proveída por sus iglesias, sus sindicatos y los medios en español. Enfrentados por una falta de liderazgo independiente en sus comunidades, son más propensos a seguir a las voces reformistas que dominan al movimiento actualmente, actuando por una necesidad de un cambio inmediato.
Está claro, por las miles de gentes que marcharon en las calles, que los inmigrantes quieren un fin a las deportaciones, a la separación de sus familias y a su explotación en el trabajo. Han mostrado en el pasado que tienen el poder para exigir estos cambios. El reto en los siguientes meses será educar a los inmigrantes acerca de lo que la propuesta de reforma actualmente contiene y, luego, ir construyendo un movimiento independiente en las calles, para exigir un fin a las deportaciones y una legalización incondicional para todos—una legalización sin cadenas—.