Alegría desbordante por la derrota del PRI y el PAN y preocupación por la difícil situación que se avecina.
Por LIGA DE UNIDAD SOCIALISTA, PARTIDO OBRERO SOCIALISTA, y LA GOTA
Dos días después las elecciones en las cuales había amarrado un triunfo arrasador con más del 50 por ciento del total de la votación, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) anunció que respaldará al gobierno de Enrique Peña Nieto durante el periodo de transición previo al ascenso del nuevo gobierno. Esta declaración viene a culminar los meses de negociación y de acuerdos que garantizaron el desenvolvimiento—relativamente libre de sobresaltos—de la jornada electoral del 1 de julio.
Las estridentes acusaciones y ataques hacia AMLO (“un peligro para México”) por parte de empresarios, políticos y periodistas han quedado muy atrás. La confianza y tranquili- dad de la generalidad de los empresarios ante el inminente triunfo de López Obrador se expresó en que, dos días antes de las elecciones, la Bolsa Mexicana de Valores cerró con un alza de 0.33 por ciento, y en que el peso avanzó un 1% en su valor ante el dólar estadounidense. El destacado empresario Alfonso Romo, quien ha sido nombrado Jefe de la Oficina de la Presi- dencia del próximo gobierno, sabía muy bien lo que estaba diciendo cuando afirmó que «Son “muy poquitos” los empre- sarios que temen a López Obrador», y que «es ridículo tener miedo a expropiaciones si gana AMLO».
Quienes todavía guardan la ilusión de que López Obrador va a encabezar un gran proceso para echar atrás el neoliberalismo en México no han prestado atención a lo que su dirigete viene repitiendo desde hace años, y de manera muy clara, tal como lo hizo en su declaración «No cambiaré la economía» (El universal, 13 de abril, 2012), durante su anterior campaña presidencial, declaración que jamás ha desmentido desde entonces.
Ha habido, ciertamente, un cambio en la imagen pública de Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) –el parti- do que fundó y dirige AMLO– debido a que han disminuido sensiblemente tanto la presencia como el tono radical de los intelectuales de izquierda que pertenecen a dicho partido. Se- guramente, lo anterior se está justificando con la famosa frase de que «París bien vale una misa». Ya veremos qué nos dicen más adelante; pero por el momento la única interpretación posible es que dichos intelectuales se han hecho a un lado para facilitar las negociaciones y los acuerdos a los que llega- ron AMLO y Romo con el gobierno de Peña Nieto y con las agrupaciones empresariales.
Así las cosas, sin embargo, no cabe duda que el enorme descontento popular contra el gobierno de Peña Nieto y el desencanto con la enorme mayoría de los políticos se abrió paso de manera incontenible con la votación arriba del 50% por la candidatura de AMLO. La población, y especialmente los sectores que han padecido la desigualdad y la injusticia, ha sentido su fuerza. Su protesta mediante el voto ha dejado severamente dañados al PRI y al PAN, y han dejado moribundo al PRD. Lo que podríamos llamar el “sistema de partidos” ha sufrido una derrota que va a requerir una profunda reconfiguración, misma que va a implicar no sólo cambios en las plataformas y en la imagen de los partidos que acabamos de mencionar, sino el surgimiento de nuevas organizaciones.
Paradójicamente, los mayores retos los va a tener MORENA. No sólo tiene una estructura muy débil, sino que el influjo de dirigentes y miembros de otros partidos sin más identifi- cación y cohesión que el apoyo al caudillo que ha ganado la presidencia de la república significa que le va a ser muy difícil controlar la enorme variedad de intereses que se han alojado en su seno. De manera inevitable, el presidente de la república va a jugar con mayor frecuencia el papel de árbitro en los conflictos entre las partes contendientes.
Por mencionar el caso de un conflicto que puede resultar explosivo: los maestros que votaron por AMLO, la mayoría de los cuales están organizados, están ansiosamente esperando que el ascenso del nuevo gobierno signifique el fin de la “reforma educativa” impuesta por el gobierno de Peña Nieto. ¿Qué tanto se les va conceder? Seguramente los poderosos empresarios, quienes poseen el poder económico en México, no van a estar de acuerdo con las exigencias de los maestros, y van a hacer todo lo posible por obstaculizarlas, o de plano bloquearlas. En otras palabras, se trata de un conflicto entre intereses de clases sociales opuestas, y todo intento conciliatorio va a resultar úni- camente en soluciones de corta duración.
Lo mismo podemos decir de tantos otros conflictos no resueltos, en los cuales ese 50 por
ciento de los electores que votaron por AMLO representa intereses opuestos a los de los capitalistas que han optado por no obstaculizar la llegada del caudillo a la presidencia. Entre otros, está la oposición de sectores muy importantes de la población a la “reforma energética”, como lo mostraron los brotes de descontento ante los aumentos al precio de la gasolina; y están también el conflicto por las concesiones otorgadas a empresas mineras, así como el nuevo tema de las concesiones de uso de recursos hidráulicos.
Y no va a bastar con que el nuevo gobierno lance programas de becas o apoyos para los sectores sociales menos favorecidos. Los mencionados conflictos se irán profundizando.
También están presentes conflictos sociales en torno al derecho de las mujeres a interrumpir un embarazo no deseado, en condiciones seguras y bajo la mejor atención médica posible. Esta demanda está totalmente ausente del programa y de las propuestas de MORENA, pero está siendo levantada por un creciente número de mujeres.
Y qué decir de los derechos de las comunidades homosexua- les, y de otras personas oprimidas por su orientación o preferencias sexuales (LGBTT+). Las demandas de estas comunida- des estuvieron ausentes durante la campaña electoral.
Es evidente el contraste que existe entre la alegría desbordante desplegada por millones de mexicanos y mexicanas que votaron por AMLO y la preocupación que se expresa al mismo tiempo cuando todos se percatan que “ahora comienza lo difícil”. Y tienen toda la razón. México está atravesando por una crisis muy profunda en seguridad pública, y padece de vulnera- bilidades y retos muy serios en materia de economía (un creci- miento colosal de la deuda pública), del medio ambiente, de profundos problemas sociales derivados de la profunda crsisis en que está enpantanado el país. Para no hablar de las tremen- das presiones del poderoso vecino del norte, el cual con el go- bierno de Trump ha obstaculizado las negociaciones sobre el tratado de libre comercio de América del Norte y puesto enor- mes aranceles al comercio exterior.
Seguramente el gobierno que entrará en funciones el próximo mes de diciembre irá anunciando una serie de planes; pero, a juzgar por las propuestas pre- sentadas por MORENA y el mismo AMLO durante la campaña electoral, no existe una estrategia estructurada para hacer frente a los agudísimos retos que amenazan al país, y mucho menos para ac- tuar ante la complicada situación internacional.
Todo lo cual quiere decir que, salvo medidas limitadas que sir- van para proyectar una imagen de preocupación por los pobres, el gobierno entrante va a seguir encarrilado en las políticas dictadas por los grandes intereses capitalistas tanto nacionales como extranjeros. Esta dura realidad se va a ir revelando ante la mayoría de la población conforme el nuevo gobierno tome su curso, y los socialistas revolucionarios estaremos listos para luchar al lado de los desposeídos y de los oprimidos, para forjar desde hoy mismo la estrategia anticapitalista, democrática e independiente que es necesaria para lograr el triunfo de los trabajadores de México. Una estrategia revolucionaria y socialista que reivindicará las mejores tradiciones de lucha de nuestro pueblo y lo unirá con la lucha emancipatoria y libertaria inter- nacional de los pueblos de América Latina y de todo el mundo.
Ciudad de México 4 de julio de 2018
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